Japón es uno de esos paises admirables que durante los últimos 60 años se ha situado a la cabeza de (casi) todos los rankings tecnológicos, creando prácticamente de la nada (la WW2 dejo el pais devastado) una de las sociedades más avanzadas del mundo
Mi afición/admiración por Japón se remonta a mi infancia cuando los relojes de pulsera japoneses se hicieron con un mercado tradicionalmente dominado por Suiza y los US (Bulova!) y más tarde con el lab de la cultura de la movilidad que supuso y supone DoCoMo
Pero la paradoja más grande del mega-desarrollo japonés ha sido un factor a priori ajeno a la innovación y al desarrollo socioeconómico, me refiero al avejentamiento de la población, con tintes cada vez más dramáticos, como la perdida de 1 millón de personas en los últimos 5 años
Una sociedad de pelo gris implica un re-planteamiento de TODO, y por supuesto entre lo principal e inmediato esta dictar nuevas normas de circulación para dar cabida a los coches auto-conducidos
El caso es que Japón quiere que sean una realidad para los Juegos Olimpicos de Tokyo que son dentro de apenas 3 años, que serán un escaparate del nuevo Japón del siglo XX, con robots y coches no tripulados, como lo fue los Juegos de 1964 cuando por primera vez el mundo vio satélites para TV y trenes bala (high speed trains)
El gobierno japones quiere que ya para este año 2017 tengan las directrices de lo que será el nuevo código de circulación, con las primeras normas escritas por un Estado sobre el espinoso asunto de la nueva responsabilidad en caso de accidentes, algo que estamos esperando muchos ya que no es solo un tema legal sino moral (en caso de choque ¿a quien salvo primero?)
Del nuevo lab japonés de la movilidad (esta vez de coches) saldrán importantes lecciones para la que quede de Europa, ya que amplias zonas de la UE también están despobladas y con elevadas tasas de envejecimiento, por lo que se necesitará un plan paneuropeo de movilidad con costes más reducidos que mantener flotas de conductores a sueldo
Como veis, el progreso no es obligatorio (Friedman dixit) sino la suma virtuosa de muchas pequeñas y grandes acciones y la determinación de llevarlas a cabo
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