Fijaos como la historia se repite o rima, esto lo escribí en un artículo hace 7 años:
La denominación de digital a cualquier tipo de organización partió originalmente de sus clientes o usuarios, ya que fueron ellos los que primero identificaron a estas como una página en la web o una aplicación.
El problema que se produjo a partir de ese momento fue que, interiormente, estas organizaciones seguían siendo las mismas que antes de la digitalización de su fachada. Es decir, los principales procesos de intercambio de información, los protocolos de comunicación, la forma de abordar tareas y, sobre todo, el feedback externo con clientes y proveedores, vital para la mejora continua, se mantuvo en niveles sospechosamente parecidos a los de la etapa anterior.
Pues bien, el salto IA en un periodo tan corto de tiempo de apenas 3 años efectivos señala más que antes la discordancia entre la actual adopción de IA por empresas y organizaciones gubernamentales y su eficacia real, describiendo un nuevo síndrome de fachada IA
Si la fachada digital hacia referencia a la discrepancia entre lo que la tecnología digital prometía a clientes y usuarios (distinción necesaria!) y lo que realmente ofrecen las organizaciones, la nueva Fachada IA señala esta creciente diferencia entre lo que la IA puede llegar a ofrecer y lo que hacen o pueden hacer las empresas
Todas las semanas vemos como se incrementa el gasto y la adopción de IA por parte de empresas y organizaciones estatales, sin que esto sea un indicador muy fiable, ya que el temor a ser calificado como empresa no-IA es mayor que el riesgo de adoptarlo y que luego no hagas (casi) nada con ella
El problema es que la IA actual no es la web de los 90´s, y aunque su proceso de avance no es exponencial (las promesas del marketing!), lo cierto es que sus continuas mejoras ponen contra las cuerdas más que antes a aquellos que nuevamente no entienden este cambio como una nueva forma de gestionar las empresas e intuyo que de evaluar dónde está el verdadero valor añadido
¿De que nos sirve predecir (mejor que nunca) los cambios si seguimos con la misma capacidad de respuesta (humana o artificial) que antes de que adoptaramos IA?
Es más que probable que el síndrome de la fachada, con el añadido de la tecnología que quieras (IA, cuántica etc), sea una de las consecuencias inevitables de toda fase de cambio y el grosor de esta fachada (diferencia entre potencialidad y realidad) es un parámetro que nos ayuda a clasificar el grado de transformación de estas empresas o el valor añadido de las nuevas respecto a lo que hay

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