Las empresas de reparto (delivery) de comida a domicilio son una consecuencia de distintos factores (casi) todos ellos conectados:
en primer lugar la larga etapa de tipos de interés al 0% (ZIRP) lo que introdujo un flujo de capital en muchas empresas de nueva creación (no solo startups), la evolución de los hábitos de consumo (un restaurante es una app), la pandemia Covid como gran cisne negro y ese modelo de pensamiento que muchos bautizaron como nueva economía
Todo esto ayuda a entender el porque de su rápida expansión y los problemas derivados de ésta, básicamente las tensiones con los gobiernos por su modelo freelance de contratación. Un modelo que funciona razonablemente bien cuando el número de trabajadores es pequeño, pero no cuando se emplean a miles, tal como como acabamos de ver en España con Glovo
Glovo, propiedad de la alemana Delivery Hero, va a contratar como empleados a todos los que hasta ahora actuaban como sus freelances (autónomos en la denominación local), lo que supone incorporar a 15.000 trabajadores a su hasta ahora limitada plantilla, un impacto que según algunos analistas sumando los seguros sociales asociados a las nóminas de cualquier empleado en España, ascendería a +800 millones Euros (839 m US$)
Obviamente Glovo ha hecho este cambio drástico en su modelo de negocio para evitar las incertidumbres que le generaban las sanciones impuestas por el gobierno central por los supuestos incumplimientos de una ley rider en 2021, que básicamente pretendía erradicar el modelo freelance de las empresas de reparto
La incógnita a partir de ahora es si estas empresas pueden ser rentables con empleados permanentes teniendo en cuenta la fluctuación típica de su demanda y los márgenes reducidos con que se mueven para no incentivar que los clientes se pongan el chándal y bajen ellos mismos a la pizzería del barrio
Con todo, lo más importante es el tipo de sociedades que generamos con cada decisión que tomamos. Quizá haya que recordar que este tipo de trabajos no estaban pensados para que una gran cantidad de personas se perpetuase en ellos (por eso se llaman gig), lo que revela que el ascensor laboral hacia empleos de más valor añadido no funciona del todo bien
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