Monday, December 11, 2023

Y después de todo: los bits no te pertenecen


La propiedad de eso que tendemos a llamar contenidos es algo que no ha cambiado nada desde los aparentemente lejanos días de los soportes físicos (desde el vinilo al CD) 

Quizá aquellos que venimos de la larga etapa (analógica?) de los videos, canciones y videojuegos comercializados en una caja o en funda de cartón, tengamos algo más claro que la derechos de reproducción y reventa de cualquier contenido no está en manos del consumidor sino del original propietario de los derechos de explotación 

Esta recordatorio le pudo sorprender a más de uno cuando la semana pasada Sony anunció en su página que a partir del 31 de diciembre los contenidos del canal Discovery adquiridos en su PlayStation Store no estarán disponibles, de modo que estos títulos serán eliminados de la librería personal del usuario 

Sony dice que esto se debe a los acuerdos de licencia de uso firmados con Discovery, lo que quiere decir que en las cláusulas de este contrato estaba la fecha de caducidad. Lo que acaba con la ilusión de que aquellos contenidos que has comprado son tuyos (los puedes reproducir) para siempre 

Hay que recordar que cuando los contenidos se vendían mediante descarga (el modelo iTunes) se abrió la guerra del DRM y la gente con bastante sentido común empezó a considerar las descargas en sitios piratas como una alternativa factible - aunque no fuera legal- a las limitaciones de uso que se imponían a los compradores de música o videos 

Hay aquí un matiz importante, aunque compremos un video en una caja las limitaciones de uso y reproducción siguen vigentes, aunque obviamente la capacidad de control que tiene el propietario de los derechos NO es la misma que cuando tenemos estos mismos contenidos en una biblioteca virtual 

Esta (no tan) pequeña anécdota de Sony con los contenidos de Discovery quizá abra otra puerta a la rehabilitación (no completa) de los soportes físicos , en realidad nunca se fueron, precisamente por la mayor sensación de pertenencia que tienen los consumidores finales del producto en cuestiòn, ya que literalmente es imposible que alguien se los lleve de tu librería

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