Sin ninguna duda a esta alturas de que la crisis actual no es coyuntural sino estructural (algo que me recuerda de niño la primera crisis que vivi del 73), tampoco me cabe duda que Europa es el continente más castigado.
Por eso tiene tanto valor el éxito global Angry Birds la sensación de las apps store de este año y desarollado por una empresa finlandesa llamada Rovio todo un referente indie en el sector.
El juego de los Angry Birds (literalmente pájaros cabreados) ha sido descargado hasta la fecha más de 50 millones de veces (calcula los ingresos a 0,99 dolares, teniendo en cuenta un revenue share de 70/30) y acumula una atención de 200 millones de minutos diarios en todo el mundo (¿te imaginas todo lo que se puede vender con esa atención acumulada?)
El éxito del juego ha llevado incluso a Rovio a proponer su propio sistema de pago directo -llamado Bad Piggy Bank- y que busca eliminar barreras de entrada quitando acreditaciones y pagos por tarjeta, permitiendo comprar el juego con un simple y único touch y cargalo directamente a la cuenta del teléfono (lo que puede significar un modelo de mayor protagonismo de las Telecoms en el mercado de pago)
El responsable de este éxito planetario es Rovio una pequeña empresa fundada en el 2003 por 3 estudiantes de la universidad de Helsinki, algo que demuestra que la apuesta finlandesa de finales del siglo pasado por aquello que difusamente se vino en llamar Sociedad de la Información -y que realmente no se llego a concretar en ningún modelo europeo de desarrollo-si fue entendido por este pequeño país (poco más de 5 millones de hab) y esta empezando a dar sus frutos
Y ese es único camino europeo hacia una prosperidad sostenida en este siglo donde Asia y los US marcan la pauta de la innovación y donde el imperativo es hacia los mercados abiertos, lo que obliga a competir con productos mejores y/o más baratos que los demás..(y de momento este último es el modelo español)
Yo creo que éxitos como este de los Angry Birds generan una cultura a imitar que en poco tiempo (espero) permita que en los buenos politécnicos europeos los estudiantes desarrollen empresas como Rovio, desechando para siempre la idea de un (pequeño) sueldo para toda la vida del Estado
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