De vuelta a la rutina lecto-comprensora que vuelco a diario en este blog, tengo una lista de espera de cientos de artículos, la mayoría de los cuales tratan de novedades que pugnan por el interés (siempre efímero) de los lectores...
Como siempre separando paja de grano para mi y mis lectores (thank U folks!) hoy quiero mostraros algunas reflexiones sobre la oferta de una de las empresas más simbólicas del mercado/mundo actual: Spotify
Como parte de una generación (baby boomers) que nos criamos con los vinilos, Spotify representa la forma última (que no la definitiva) del consumo musical que durante (al menos) 3 décadas fue el núcleo vertebrador de la cultura popular de los jóvenes (de Elvis a The Clash)
Spotify tuvo el enorme merito hace 12 años de poner en el mercado lo que muchos hacían ya en Internet, escuchar música online en vez de descargarse en iTunes o en plataformas sin ánimo de lucro (aka piratas) y llenar memorias flash, luchando con la paradoja de que se llegaba a almacenar más canciones que tiempo se disponía para escucharlas
La evolución de Spotify como servicio con mayor número de suscriptores musicales del mundo (más de 217 millones a principios de este año) representa no solo que lugar ocupa la música en el consumo actual sino también en que medida es un mercado (muy) rentable como para justificar las batallas legales que iniciaron los sellos discográficos y algunos artistas hace ya casi 20 años
El giro apreciable, nada sutil de la oferta de Spotify hacia el "mercado de los podcasts" delata al menos dos factores importantes:
primero que la música no es un contenido que permita grandes beneficios, ya que la oferta músical de los players del mercado es muy similar (no hay grandes exclusivas), lo que resta capacidad de retener suscriptores
segundo, que los podcasts, esas pastillas de audio que pretender ser los herederos de la radio del siglo XX, dejan más margen, porque sus creadores estan atomizados en miles de pequeños productores, frente al oligopolio (historico) de la industria musical
Una prueba evidente es que Spotify ahora ofrece/invita y de manera bien visible en lo alto de la pantalla del cliente/usuario que los consumidores se vuelvan creadores de podcats (nuevamente los prosumers de Toffler) para incrementar esa long tail de oferta que por simple razón de costes al final son más rentables que las grandes stars del comercio musical
Si asumimos que Spotify es el paradigma de este sector, en efecto vemos que la radio/audio se reinventó no desde la tecnología sino desde la oferta (yo escojo no tú), y que al igual que las emisoras del siglo XX no hay un único tipo de contenido que permita sostener una empresa incluso con dimensión global ...
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