Suscribirse a un servicio no es algo definitivamente nuevo, ya que en muchas ocasiones fue la única manera de conseguir un producto (por ejemplo una revista especializada) difícil de encontrar en esos comercios que llamamos de proximidad y sobre todo en poblaciones pequeñas
Lo que si parece una novedad (no una innovación) es que la suscripción esta expandiéndose ahora a servicios y productos inimaginables como el alquiler de muebles, de software (el modelo SaaS), de peluquería, agua mineral y por supuesto la música y el vídeo bajo demanda (de Netflix a Hulu) sobre todo en regiones como Europa donde esta forma de ocio no estaba tan generalizado como en los USA
Los datos que ofrece la asociación de empresas de suscripción de los US (SUBTA) nos hablan de un sector responsable del 18% de todos los pagos que se hacen con tarjetas de crédito en el mundo (que asciende a 41 billones (trillions) de dolares) , o sea un pastel demasiado goloso como para no plantearse por que los clientes que antes compraban y se marchaban ahora tienden a alquilar nuestros servicios
El caso de Spotify es quizá el más citado sobre todo en blogs de tecnología como este, pero esta bien siempre recordar que la compañía sueca del streaming musical (y crecientemente de podcast) transformó la música tangible incluso de la etapa de la fallecida iTunes, en un bien liquido al que se accede sin restricción, fidelizando al fan musical que solo compraba o descargaba un disco o canción cuando había una novedad de sus artistas favoritos
Pero las expansivas fronteras del modelo de suscripción alcanzan ahora empresas como Fesnish que alquila muebles a esa generación de recién llegados al mercado laboral que se mueven por todo el pais, aceptando como rentable pagar unos 200 dolares mensuales por unos muebles cuyo coste de compra estaría en 6000 dolares
O la cadena de peluquerías Drybar en California que ofrece suscripciones mensuales que permiten dos blowouts (algo asi como tratamientos de belleza) y uno gratis el dia de tu cumpleaños por 80/85 dolares al mes
Los modelos de suscripción apuntan también hacia todo ese gran meme que llamamos Economía Circular que busca reducir al mínimo el impacto ambiental (reusar, reciclar etc), ya que reduce los residuos que suponen todo lo que vamos dejando atrás por falta de uso (¿que hacemos con los muebles si nos mudamos a un apartamento más pequeño?)
Tampoco me cabe duda que las nuevas vidas transitorias que abarcan desde la disolución de las parejas estables hasta los contratos temporales es viento de cola hacia ese acceso que vaticinó Rifkin hace 20 años
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