El entusiasmo irreflexivo con el que subimos desde hace 15 años nuestras fotos a todo aquel site (web o app) que nos la pedía empieza a pasar factura en esta segunda década, cuando la una gran minoría movió las aguas de la privacidad de los datos y la regulación subsiguiente
El problema es que el debate se ha centrado en lo que se considera peces gordos de este mercado de venta de datos a los anunciantes, o sea algo que hasta la aparición de Internet era uno de los sueños húmedos de la industria publicitaria, esa misma que ahora apunta a las redes sociales (facebook, Instagram etc) como los violadores de la privacidad etc etc
Los propios social media son conscientes de que están bajo la lupa de los Estados, por eso vemos casos como el reciente de Illionis donde la propia facebook acepta y casi aplaude pagar una multa de 550 millones de dolares por la violación de la privacidad que su sistema de reconocimiento de fotos (Tag suggestions) haya podido hacer de sus usuarios del Estado de Illinois
En realidad lo que sabemos ahora es que el uso más o menos dudoso de los datos privados como el rostro de una persona no es una practica que se limite a estos grandes, sino que es practica generalizada en este nueva publicidad que muchos llaman marketing digital
Un reciente estudio del Consejo del consumo de Noruega señalaba con rotundidad que las populares (y muchas veces no socialmente reconocidas) app de citas venden las fotos de sus usuarios a no menos de 135 empresas diferentes que las usan para segmentar más sus campañas
Por lo tanto no se trata de malas practicas de una empresa sino de una forma de entender la publicidad en este siglo y con esta tecnología (que de por si NO es mala ni buena)
Esto lleva a muchas personas a preguntarse cual es la mejor estrategia de cara a los sistemas de reconocimiento de personas ya que parece imposible a estas alturas que alguna cámara en la calle o en un aeropuerto o en un banco no te grabe o controlar que hacen con nuestros retratos las app que usamos
Actualmente muchos Estados usan sistemas de reconocimiento para detener a los (a priori) malos, siendo el principal problema que los sistemas son tan malos como la calidad de las fotos sobre las que se basan (fallan más con determinadas razas y edades)
Por lo tanto para evitar líos legales y malos ratos de preguntas ...¿es mejor decir en nuestras fotos que en efecto soy fulano de tal etc (soy yo!) o subir imágenes intencionalmente dudosas de nosotros mismos?
O sea, ¿como es más efectivo un control de algo que ya esta en marcha y es muy difícil revertir, con multas a lo Facebook o con estrategias personales?
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