La crisis actual de Pelotón nos permite recordar un solido principio que muchas empresas de nueva creación olvidan (recuerda que no todas las nuevas son start ups)
Peloton tenia (y tiene) un buen producto: vende sobre todo bicicletas estáticas y cintas para correr conectadas a Internet (en la terminología tech serian por tanto smart), lo que a su vez abría otro negocio aun más grande: la suscripción mensual para acceder a clases y otras actividades
Aunque fundada hace 10 años y en bolsa desde 2019 donde partió con unas acciones a 25 dólares, el valor de estas llego a multiplicarse por 6 en las navidades del 2020 con el viento a favor de una pandemia inesperada que mando a todos a su casa
En ese contexto pandémico Peloton parecía realmente la solución más que perfecta: te llevas el gym a tu casa y además sigues conectado a la disciplina de las clases (que es imprescindible en deportes en solitario) y además formas parte de una red social (movimiento) de personas como tu, ¿se puede pedir más?
¿Qué pasó en menos de 2 años para que los fundadores de Peloton se larguen y sus acciones coticen a 9 dólares, o sea diez veces menos que su valor hace 1 año!?
la primero y supongo asumido por los gerentes de Peloton es que la ola de la pandemia era un suceso con fecha de caducidad, y realmente casi nadie se creyó aquello de que el teletrabajo (o sea te quedas en casa) iba a ser la forma principal de trabajo, esto significó que las bicis quedaron en casa mientras los atletas caseros volvieron a los gym de su barrio
la segunda razón , la tomo del excelente análisis de Bennedict Evans: que una empresa venda mucho hardware (como le ocurrió en su dia a GoPro) no significa que los clientes lo usen tanto como tu esperas y tampoco significa que has creado una cultura/movimiento entorno a tus aparatos (verdadero valor añadido)
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