La música lleva dos décadas agazapada dentro de ese concepto homogeneizante que llamamos contenidos, tras dos décadas (probablemente) prodigiosas donde la creación musical pop llegó a ser el primer rasgo de identidad de los jóvenes (consumidores)
Como habéis podido ver con facilidad estos 4/5 últimos años aparecen con mayor frecuencia flashes informativos sobre la venta del catalogo completo de tal o cual estrella pop, incluso de personalidades históricamente anti-establishment como Neil Young quien en 2021 vendió la mitad de sus ingresos de copyright de su extenso catalogo de 1180 canciones al fondo británico Hipgnosis, el más activo hasta ahora en este tipo de compras
Lo ultimo este pasado verano (hemisferio norte) cuando los resucitados Pink Floyd se pusieron de acuerdo (money always funny) para vender su catalogo por 500 m US$ al mejor postor (nunca mejor dicho) entre los que se encuentran desde productoras musicales como Sony y Warner hasta fondos de Wall St como el famoso Blackstone (que a su vez es dueña de Hipgnosis)
Aunque algunos analistas han explicado el porqué de este boom de venta de catálogos musicales voy a tratar de explicar en mis palabras por que en esta etapa del streaming los artistas deciden vender sus catálogos (hasta el mismísimo Dylan!) o sea se supone su legado cultural para las siguientes generaciones
Los fondos de inversión lo que se percataron sin demasiada dificultad es que los catálogos musicales estaban dispersos (pequeñas editoriales, artistas, herederos etc.) y con toda seguridad infravalorados como activo. Si a esto le añadimos que cuando los tipos de interés y los bonos que los Estados venden para financiar su enfermiza deuda estaban por los suelos, los fondos fueron de puerta en puerta buscando oportunidades allí donde las hubiera
La aportación de estos fondos de inversión a la industria musical no es que sea original realmente: hicieron un paquete amplio a base sumar catálogos musicales de artistas de todo tipo y mostraron a los inversores que con este empaquetamiento (bundling) se ganaba más en royalties, lo que ocurre cada vez que se reproduce una canción en streaming o se incluye una canción en una serie como le pasó a la resucitada Kate Bush con la serie Stranger Things
Ahora que los tipos de interés están subiendo por la inflación y el streaming ofrece incrementos mucho más discretos, es cuando surgen dudas de si la música en paquetes es rentable o tanto como antes (véase la evolución de Hipgnosis en la bolsa)
Lo que si sabemos es la música convertida en bits generadores de derechos y finalmente mezclada y remezclada en paquetes que incluyen desde series, paquetes de vacaciones, ventas minoristas, seguros de salud (y todo lo que se te ocurra) ha perdido ese aura que alguna vez tuvo, lo que quizá es la razón de este desierto creativo (todo son recreaciones de lo que ya conocimos) en el que nos encontramos...
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