A menudo me suelo referir a Instagram como la app espejo de este principio de siglo, aquella donde mejor se refleja una parte minoritaria (1 de cada 4 usuarios de Internet) pero muy activa de la cultura surgida con Internet y su catalizador el smartphone
Hoy cumple 10 años Instagram y con ella buena parte de, en sus inicios,jovencisimos usuarios, para los cuales esta app era como esos globos de nieve que tienen ciudades dentro: un universo propio, cool, cerrado y con códigos compartidos por la tribu
El reclamo de las imagenes como código basico de comunicación no es privativo de Instagram (recuerda Snapchat o en su dia Pintirest), ni tampoco el caracter efimero de sus mensajeso o ese compilado de imagenes y efectos en lógica de 24 horas que constituye Instagran Stories (500 millones de usuarios diarios), pero lo cierto es que Instagram logró convertirse en EL sitio donde seguir y publicar
No voy a malgastar mi (escaso) tiempo hablando sobre la superficilidad de la cultura icónica etc , pues es un viejo discurso que nos persigue desde la epoca de Buster Keaton, ya que en este contexto y sentido, Instagram, sus imitados e imitadores, lo unico que añadieron fue una forma más facil de convertir (casi) todo en Imagen, la nueva moneda de cambio donde el look es (casi) todo
10 años de vida en una app store equivale probablemente a 20 años de supervivencia en los antiguos medios (¿recuerdan la TV ?), un merito colosal en este mercado tan efimero y cambiante, pero obviamente el reto a partir de ahora es como seguir siendo referencia NO de una generación, que seguro que te abandona al cabo del tiempo, sino de la cultura de su tiempo
Bien sabe Adam Mosseri, director de Instagram, que ni sus 1000 millones de usuarios ni el paraguas financieron de su matriz Facebook, valen de nada si la app deja de ser el mejor instrumento para expresarse en esas microredes grupales que forman parte esencial de la vida cotidiana, atravesadas por iconos esteticamente imitables pero inalcanzables
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