El modelo de venta directa al consumidor (DTC) es una de las reales aportaciones de Internet al comercio, la posibilidad, con algunos precedentes, de vender directamente sin intermediarios ha creado no solo una forma de vender sino una cultura del consumidor
Aunque técnicamente desde el inicio de la web (mid 90´s) fue posible la venta directa, no fue hasta la primera la primera década de este cuando surgieron en los US empresas, como Warby Parker Everlane, o Casper que reinventaron el modelo DTC mezclandolo con la financiación del capital riesgo (VC funding) y una agresiva estrategia hacia el crecimiento rápido (la esencia startup)
El problema ha sido de este modelo es que ni el crecimiento rápido era tan sencillo de mantener al cabo de un tiempo, ni la adquisición de nuevos clientes resultó nada fácil y además el efecto llamada a la competencia incrementó los costes del marketing en los medios digitales sociales (en el último año se incrementaron los costes un 41%)
La lectura sosegada del modelo DTC, al menos en el comercio de moda y belleza, esta llevando al surgimiento de una nueva generación de empresas que parten de un producto único y prefieren no depender del capital ajeno para crecer más lentamente mediante acuerdos estratégicos con los negocios convencionales a pie de calle (retailers)
Empresas como Larroudé, Megababe o Gooselings forman parte de esta nueva hornada empresarial que sin renunciar a las evidentes ventajas que trajo Internet al comercio y a la relación con el cliente, prefieren crecer despacio y no tomar decisiones de gestión bajo la lógica presión de una financiación de riesgo que busca retornos de inversión rápidos
Es verdad que estas empresas y otras similares casi todas son del sector de la moda y belleza pero su propia existencia es una muestra de que NO todas las compañías de nueva creación tienen que seguir el modelo start up (crece rápido) y que el comercio con Internet se expandió pero no se reinventó al 100%, ya que las tiendas convencionales siguen siendo una pieza fundamental para presentar un producto nuevo al potencial cliente que compensa, en muchas ocasiones, el porcentaje de la venta que se llevan (que en muchos casos es del 50%)
Es lógico también que estas reescrituras de una cierta vuelta a la esencia de las cosas ocurra en una etapa de incertidumbre y temor a la recesión, lo que nos obliga a poner en perspectiva todas las certezas que creíamos intocables (digital is god) respecto al comercio y al marketing
En el futuro que viene nos encontraremos con lo de siempre: una mezcla de lo nuevo y lo viejo que conviven en nichos porosos, hasta que una nueva oleada, a veces desmemoriada, genere innovaciones o consiga atraer la atención del inversor con novedades exquisitamente envueltas
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