Hay pocos sectores que se puedan usar de termometro tan preciso de la cultura social como el de la belleza. Un sector siempre atrapado en un bucle infinito de mostrar un ideal de belleza y por lo tanto de alguna manera adelantarse al imaginario social o traducir en productos lo que la gente en cada etapa considera como bello
Por eso no es menor ni anecdótico el estudio que acaba de hacer la britanica Unilever que viene a decir en palabras claras que el término normal tiene (ya) una connotación negativa. Por eso Unilever, que tiene una veintena de marcas reconocibles de belleza (entre ellas Dove), anuncia ya en su ultima campaña "decimos no a lo normal y si a la belleza positiva"
Eso se llama cogerlo al vuelo en mi tierra, ya que una mayoria (6 de cada 10) de los encuestados en el citado estudio de Unilever considera que la industria crea ideales de belleza o en otras palabras muestra quien es normal y quien no, y por lo tanto lo que le falta a una persona corriente para parecer o acercarse a ese ideal de belleza
Lo que llama más la atención de este cambio es que da la impresión que es un punto de inflexión que no se refiere o detiene en el sector de la belleza y va alcanzar esa maquina de sueños en streaming en que se ha convertido la industria cinematografica de los US (en Europa no se ve cine europeo)
La transformación en esta crucial etapa de transición actual consiste en que el sector de la belleza aterriza (no se si definitivamente) en el poblado mercado del wellness, o sea todo aquello que hace a las personas sentirse mejor, apareciendo ahora como una demanda transversal en todos los mercados, incluido el laboral
Como baby boomer cultural siempre he sentido un (cierto) rechazo por todo lo que la sociedad consideraba "normal", desde los gustos culinarios a los habitos culturales (nací en la edad de los toros y el futbol en la TV en monopolio)
Y en este 2021 me sigo sintiendo igual ante esta normalidad de rostros apegados a una pantalla fabricada en China y ese pensamiento de usar y tirar que solemos ver en Twitter (lo de Instagram ni lo nombro), a pesar de ser analista tecnológico y un fanatico (con frenos) de todos los procesos reales de innovación
No es la primera vez que la gente le pide a las empresas y al arte y a los gobiernos (aunque estos escuchan menos) un baño de realidad alejandose de canones de normalidad recreada y nuevas formulas para que una nueva mayoria se sienta bien, y tampoco es la primera vez que vemos que el efecto pendular posterior nos vuelve a llevar a esos universos nada paralelos de normalidades sin aristas ...
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