Esta modernidad que vivimos tiene una gran habilidad para renombrar viejos y más que conocidos conceptos, de modo que parezcan nuevos y sin duda, la Cultura de la Cancelación es uno de ellos
La cultura de la cancelación puede interpretarse de dos modos: responsabilizar a la gente de sus actos, lo que conlleva una visión más positiva del concepto y la otra todo lo contrario: retirar completamente el apoyo (social, financiero) a algo/alguien, (o sea un boicot) para hacerlo desaparecer de la escena pública
Como os podéis imaginar NO hay consenso alguno sobre que significa o implica esta cultura de cancelar a alguien, pero cuando se le pregunta a la gente esta tiende a ver más los efectos negativos que los positivos
Como intuimos por la ya larga experiencia con las redes sociales, aquellas personas que piensan en la cultura de la cancelación en términos negativos son también aquellos que más sentimientos de soledad o desconexión social han sentido durante los periodos de confinamiento por la pandemia
En general parece ser que aquellos que usan más las redes sociales son también los que ven más los efectos positivos de la cultura de la cancelación y la viceversa: menos uso de redes sociales más efectos perjudiciales ven
Como el negocio de los medios es vender noticias y temas que enganchen las audiencias (en general lo polémico) el efecto boicot es la visión más difundida, tanto que se considera una practica social asumida
¿Problema de esto? condenar al ostracismo digital a alguien puede tener el efecto rebote (véase el caso de algún ex presidente de los US), o sea generar más atención sobre lo prohibido (el tabú), algo que todas las generaciones más o menos contestatarias conocen muy bien
Como decía al principio, esto lleva mucho pero mucho tiempo en nuestras sociedades y lo que Internet ha hecho (que sinceramente NO es poco!) es dar un instrumento de coordinación de acciones y una sensación de respuesta inmediata en general contra alguien (los movimientos de apoyo son más lentos)
Lo que la historia nos ha enseñado es que las cancelaciones de hoy se pueden volver aclamaciones mañana y dejar en muy mal lugar a los canceladores, teniendo en cuenta que la memoria colectiva es muy RAM (algo en lo que Internet ha intervenido de manera determinante)
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