El reciente fallecimiento de Robert Redford nos deja (algo) huérfanos de uno de los iconos del siglo XX, pero también nos recuerda que a pesar del esfuerzo de muchos por perpetuarse con algún modelo de IA (la tesis Kurzweil), la vida biológica se acaba (y probablemente la online también por desinterés)
Comentar la trayectoria de Redford aquí no tiene ese componente nostálgico que suele entretener a la gente en sus pantallas en los transportes colectivos, sobre todo es una reivindicación de la intuición que supuso la creación del festival Sundance y más tarde del propio Instituto Sundace a más de 1000 km (621 millas) de la meca (por entonces) del cine en US
Ya a finales de los 70´s, muchos se habían dado cuenta que los estudios de Hollywood actuaban como un filtro demasiado riguroso que solo llevaba a producir y distribuir (nótese la diferencia) lo que se suponía que era un estándar de éxito , a pesar de que este fue cambiando con el tiempo
Lo que Redford y otros vieron es que el sistema de grandes estudios iba a ahogar el propio mercado cinematográfico por su falta de innovación y creatividad, lo que paradójicamente había sido la razón del establecimiento de este sector en California en la era del cine mundo
El merito del Sundance fue convencer a muchos de que indie (o sea que no te financia alguien grande) no significa tostonazo, ejemplo contundente que sufrimos en Europa muchas veces, sino descubrir otros nombres con otras historias (recuerda el imitado film El proyecto de la bruja de Blair)
Esta intuición de que en la distribución y sin duda en la financiación inicial estaba el cuello de botella de la industria, saltó por los aires cuando Internet apareció en las pantallas de los PC de los hogares, a mediados de los 90 (early adopters aparte)
La historia ahora la sabemos (creo) muy bien pero hace 4 décadas no estaba tan clara:
la digitalización pulverizó el precio de los equipos de producción y la ventana global de medios como YouTube (2005) hizo que (casi) cualquiera tuviera una distribución global (y por tanto no seleccionada) con la que darse a conocer con lo que ahora llamamos marca personal
El Sundance festival sobrevivió a Internet, como lo hizo el propio cine aunque mermado y transformado por la nuevas fuentes de financiación, entre otras cosas por que se convirtió en un estándar de la propia industria y la tribu cinematográfica tiene sus ritos como todas las demás
La incógnita, quizá ya poco importante, es si este festival y lo que queda de Hollywood sobrevivirá muchos años más a las generaciones de consumidores pos-TikTok norteamericano donde el descubrimiento prima lo efímero